sábado, 12 de diciembre de 2009

Según: William Shakespeare



Vivir o no vivir, he ahí el dilema: si es más digno en la mente soportar los embates de la fortuna adversa o alzarse contra un piélago de cuitas y , arrostrándolas, darles fin. Morir es dormir; nada más. Y si en durmiendo el quebranto acabamos y las mil impresiones ingratas que en herencia tocan al ser humano, es un final como para desearlo ardientemente. Morir, dormir... Dormir?, quizá soñar; sí, ese es el enigma: cualesquiera fueren los sueños que venirnos puedan a los mjuertos durmientes, una vez desechada esta envoltura mortal, han de darnos reposo. Eso es lo uqe hace de una muy luenga vida una desgracia; pues quién iba a querer sufrir los golpes y escarnios de su tiempo, la injusticia del opresor, la enfrenta del sobrbio, del amor despreciado las angustias, la mora de la ley, los funcionarios insolentes, ni el trato desdeñoso a la perseverancia del humilde, pudiendo él mismo procurarse paz con un simple puñal? Querría alguien llevar a cuestas, con lamentaciones y afanes, una vida fatigosa, si no fuera porque el temor muy grande de algo en el más allá-región ignota de cuya linde no hay ningún viajero que retorne-la voluntad confunde y nos muee a querer sobrellevar los males conocidos, que no huir hacia otros de los cuales no tenemos noticia alguna? La conciencia, pues, nos hace a todos ser unos cobardes, y así el pálido tinte del pensar atenúa el matiz de decisión innato; y por curarnos desto, empresas de gran enjundia y monta, se desvían y pierden su carácter de acción.
OFELIA. Cómo estuvisteis los pasados días, caro señor?
HAMLET. Oh! Bien, muy bien. Humilde os agradezco.
OFELIA. Recibí de voz, millord, recuerdos que desde hace mucho ansío devolver. Tomadlos ahora , os ruego.
HAMLET. No, yo no; nada os di.
OFELIA. Bien sabéis, respetado señor, que me los disteis, y con frases de inspiración tan tierna que los hacían más valiosos; ido ese aroma, de vuelta recibidlos: pues, cuando el alma tiene dignidad, ricos presentes pierden su valor siquien los diera muestra desamor. Helos ahí.
HAMLET. ja, ja! Sois honesta?
OFELIA. Milort!
HAMLET. Sois hermosa?
OFELIA. Que quiere decir vuestra Señoría?
HAMLET. Qe si sois honesta y hermosa, vuestra honestidad no debiera permitir platicar a vuestra belleza.
OFELIA. Pero, señor, podría la belleza hallar trato mejor que el de la honestidad?
HAMLET. Ya lo creo: porque el poder de la belleza a semejársele; essto fue antes una paradoja, pero ahora el tiempo lo prueba. Sí que te amé una vez.
OFELIA. Por cierto que me hicisteis creerlo, milord.
HAMLET. No debisteis creerme, pues la virtud no puede injertarse en nuestro viejo tronco hasta tal punto que olamos a ella; yo no os amaba.
OFELIA. Tanto más engañada fui.